jueves, 31 de julio de 2008

Jornada 10. BarciNova - Nuevo Madrid

Louis se despertó inquieto aquella mañana. Sabía perfectamente que era su gran día. “No dejes que eso te distraiga, hoy no” se dijo a si mismo.
Como cada mañana de competición pidió a la ventana que se abriera para ver qué día hacía. Eso formaba parte del ritual, pues siempre era la misma vista: La enorme cúpula que protegía la masiva ciudad de Barcinova del hostil ambiente exterior. Inició sus ejercicios de relajación habituales y alcanzó ese estado de conciencia que tanto le gustaba experimentar. Ahora notaba, sentía las ondas electromagnéticas que emanaban de todos los aparatos cercanos. Sincronizó rápidamente con todos ellos, comprendió sus fortalezas, sus debilidades, sus ansias. Conocía hasta la última depuradora de bio-alimentos del edifico, sabía qué le preocupaban a sus circuitos integrados y qué ambiciones tenían sus chips. Tenía el don y sabía usarlo. Era un electropsíquico, y era el mejor. Si no, no podría ser la esperanza de Barcinova.

Pidió al monitor que le mostrara los titulares del día. Como era de esperar, copaba todas las portadas de los diarios digitales. Él, un niño de 9 años con el don, era la esperanza de los casi 20 millones de habitantes de la segunda mayor urbe postapocalíptica del sur de la antigua Europa. Suerte de los avatares, si ellos lo supieran... Y hoy jugaban contra Nuevo Madrid, la antigua capital que había ostentado el poder político y deportivo durante los últimos milenios.

“No será fácil, no será bonito, pero hoy gano.” se dijo.

Saludó afectuosamente a su máquina de batallas y entrenó durante 30 minutos. Puso especial énfasis en la selección del arma y las protecciones que llevaría ese día. Le gustaban las armas ligeras y el movimiento rápido pero sabía que el comandante de Nuevo Madrid tenía predilección por las armaduras pesadas. No daba espectáculo como él, no hacía la cantidad ingente de bajas enemigas que lograba el, pero ganaba. Iba por delante en la clasificación con una táctica conservadora. No tenía ni idea de jugar. Hoy llevaría un arma pesada y le sorprendería. Con un cargador enorme y mucha potencia de fuego, le haría creer que las magníficas armaduras de su división acorazada eran inexpugnables y luego los destrozaría él mismo. Si, hoy no cogería la bandera, se encargaría de evitar que la cogieran ellos. Hizo una práctica perfecta contra un enemigo controlado por ordenador. Nadie podía igualarlo en su dominio del simulador. Satisfecho, se fue a descansar hasta el gran momento.

- Señor, han roto nuestra línea defensiva en el sector H-2B!! En 2 minutos estarán aquí – Le informó Lionel, uno de sus capitanes. Su avatar siempre era el de una antigua estrella del deporte.
- Magnífica noticia – Dijo ante la incredulidad del otro. – Llévate a tus chicos y ves a por su bandera, pero no ataques. Cuando veas la señal, coges la bandera y ganas el juego. Id juntos, siempre. – Añadió sin mirarle, pues tenía su vista fija en la unidad de élite del enemigo que se abría paso hacia su fortaleza.
- ¡Señor! – Exclamó Lionel – ¿No va a ir usted a por su bandera? ¿Cual es esa señal de la que habla? – Dijo con tono urgente y cierto timbre de miedo en su digitalizada voz.
- Confía en mi – Dijo Louis mirándole – La señal será la explosión que acabará con su equipo especial, yo me encargo. Cuando los destruya su comandante quedará tan sorprendido que se convertirá en un patán como tu durante unos segundos. Aprovéchalo y gana, es una orden. – Añadió con una extraña mueca que se asemejaba a una sonrisa.
“¿Cómo se sentiría si supiera que soy un niño de 9 años?” Pensó al verlo irse decidido a seguir sus órdenes. Desechó ese pensamiento y se volvió hacia el enemigo.

( esto es mio, se nota eh? )

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisimo gordo !!!!

Delosretos dijo...

Luego te pago lo que te debo...xDD