sábado, 25 de junio de 2011

Miedo

Desde que tengo uso de consciencia me acompaña. Supongo que es imposible pontificar en algo tan subjetivo como el miedo, pues cada persona lo experimentará de manera diferente y ante las situaciones más variopintas. Pero yo creo que todos lo sufrimos. Mis miedos, pienso, son comunes pero profundos (en realidad son producto de la distorsionada mente de un pobre friki).

Dice Eddard Stark que sólo se puede ser valiente cuando se tiene miedo. Yo podría ser valiente que te cagas, porque me paso la vida con miedo. Depende mucho de la situación, pero por lo general, me da miedo la oscuridad, las mujeres, las palomas y la muerte, entre otras muchas cosas.

Digo que todos tenemos miedo porque mientras a unas personas nos da miedo el avión o morirnos, otros saltan en paracaídas o nadan entre tiburones blancos hambrientos, probablemente por un déficit de adrenalina, pero quizá no teman a lo mismo que temo yo. En cualquier caso, estas personas sufrirán miedo de otras cosas. Supongo.

Yo puedo tener miedo a algo real o a algo imaginario. En casi todos los casos, mi respuesta ante el miedo es irracional. Nada parece indicar que el pasillo de mi casa pueda albergar un terror primigenio que me vaya a devorar si paso a oscuras (seguramente tendría una digestión pesada), pero yo enciendo la luz. La oscuridad tiende a ser un miedo imaginario, aunque quizá en la noche de los tiempos no salir de la cueva de noche entrañara una ventaja evolutiva, o simplemente ayude a que yo no me abra la cabeza por una caída tonta. Evidentemente no toda la oscuridad me da miedo. Salir por la noche o dormir a oscuras es básico.

Con las mujeres el problema es social. Desde pequeño tímido y reservado hasta el extremo, he desarrollado una técnica que asegura la destrucción de mis genes, que es de las mejores ideas que he tenido nunca. Que se rieran de mis gafas en cuarto de EGB, ha sido sin duda fundamental para ello. Tiendo a reducir el vocabulario en relación directamente proporcional a la atracción que me produce la hembra en cuestión. Así pues, si me encontrara a Scarlett Johansson, mi vocabulario completo se vería drásticamente reducido al dominio básico de las vocales y dos consonantes para encadenar un balbuceo constante que asegure la máxima distancia entre ella y yo. Completamente irracional.

Qué decir de las palomas. Me gustan los animales y veo todos los documentales que puedo (como todo el mundo, ¿no?). Pero es ver a esos sucios seres alados de bamboleante andar, que cada vez están más habituados a nosotros, y me dan escalofríos. Seguro que planean su venganza sobre el humano con sus fríos ojos amarillos que parecen decir “Humano, sobreviviría en un infierno nuclear, me alimento de tu basura”. Cada vez son más osadas, y un día de éstos, una va a pasar tan rasante que se me va a estampar en la cabeza. Cuando entren en batalla irán comandadas por las gaviotas, que en la zona franca parecen pterodáctilos. Es terrorífico.

Tampoco parece probable que vaya a escapar de la muerte, pero es el mayor de mis miedos. Obviamente es real. Tan terrorífica y dolorosamente real que solo estoy vivo porque voy a morir (Capitán Obvio). Mi manera irracional de tratar con la muerte ha sido negarla e ignorarla. ¿Por qué? Ciencia, filosofía… ellos sabrán. ¿Cuándo? Medicina, pruebas, análisis, no está en mis manos (la cerveza y el porro sí, pero no los cuento). ¿Cómo? Guerras, un coche, de viejo incluso… (¿He hablado de la cerveza y los porros?) hay millones de formas. Sí que he pensado en la muerte, cientos de veces, pero en el fondo soy un ingenuo que pensaba que nunca le iba a tocar. No es que me muera ya, es que la Muerte está pasando tan cerca de mí que noto su fría presencia por primera vez en mi vida. Se lleva a alguien muy cercano y me deja el vacío, el dolor, la rabia y, sobretodo, el miedo más grande que jamás haya sentido. Me queda el triste consuelo de que no va a ser un adiós, sino un hasta luego.

Los monstruos ganan.

No hay comentarios: