Los puntos de giro, o núcleos, son las cosas importantes que pasan en una historia. Aquello que merece ser contado y que, de hacerlo bien, hará que ésta sea interesante para alguien. Sin núcleos no hay historia que contar, no se aguanta.
¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? se preguntaba Calamaro, pues probablemente nadie, como tampoco nadie escribirá la que finalmente sea, porque somos la mierda danzante del mundo, y el mundo es un pequeño punto azul pálido en la inmensidad, aún así, siempre hay un pero.
Uno mismo conoce su propia historia, al menos mientras la mente le de o le haya dado para ello. Existen también algunas personas que saben partes de la historia, e historias de otros que se mezclan con la de uno mismo. Al fin y al cabo, somos el animal más social de cuantos conocemos, sino ni contaríamos historias, ni a mí me daría por escribir memeces.
Así pues, cuando alguien repasa su historia y descubre un importante déficit de puntos de giro, podría concluir que ésta está siendo mala. Quizá no se trate de un espantoso bodrio, o sea un poco mejor que el de otras mierdas danzantes de las pueblan el mundo, pero sin llegar a cumplir sus expectativas. Decepcionante.
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